Crónica del concierto de Dry River en Almàssera, Valencia – Sala Rock City, 19/01
Redacción: Isaac Sarrion
Fotografía: Cristina Pareja
Segunda vez que los castellonenses hacían parada en la Rock City, segunda vez que la llenaban. De hecho, los dueños del local tu vieron que abrir el ‘ala prohibida’ que queda a la izquierda del escenario y que nunca se usa durante los conciertos (por eso de generar ambiente) para poder acoger al bullicio que se había congregado en Almàssera.
Con casi un año de gira de su 2038, Dry River no han hecho más que recoger frutos allí donde han pisado suelo. Y es que el sexteto de traje y corbata ganan fans a cada día que pasa, siendo sin duda uno de los grupos estatales que más ha crecido en estos últimos 2 años.
Y allí estaban, en el escenario, y tal como habían anunciado en las redes sociales venían con todo su 2038 bajo la manga. Su sola presencia generó el estallido del público, que en poco tiempo saltaban y coreaban ‘Perder el Norte’, rugían con ‘Fundido a negro’ y movían el esqueleto con ‘Rómpelo’. Es lo que tienen estos tipos: igual tienes metal progresivo que swing, rock&roll o jazz, blues y metal sinfónico. Todo, eso sí, con coherencia y maestría.

Llegaba uno de los momentos especiales del concierto cuando anunciaban ‘Me va a faltar el aire’, tema que en su anterior gira dejaban para el final del show pero que tocaba ejecutar según el orden del CD. A esas alturas la voz de la gente empezaba a mermar y el aquí presente, constipado en mano, no dejó de corear cual fan adolescente cada una de sus estrofas.

Como no podía ser de otra manera con estos caraduras, hubo tiempo entre canción y canción para el cachondeo, los chistes malos y la interacción con el público. ‘El Camino’ acabó convirtiéndose en ‘El Pepino’, y tal como Carlos bautizó, convirtió la velada en “falocentrista”. Todo esto mientras la gente no dejaba de gritar ‘Peán’ o ‘Bohemian Rhapsody’ entre tema y tema, generando un duelo sano entre público y banda. El segundo de ellos sólo llegó a sonar como banda sonora de la clausura, en el que Carlos se atrevió a entonar alguna parte. El primero, sin embargo, llegó justo cuando se le esperaba y fue recibido como lo que es: un temazo de los de quitarse el sombrero, de los de dejar que las notas dancen por tus sentidos.


Tras la pequeña pausa, Rock City vibró con ‘Bajo Control’, un tema que se ha convertido en todo un estandarte de la banda por su estribillo pegadizo, su fusión de estilos y sus cambios constantes en ritmo y sonido. Siguieron con un tema grandioso de su primer trabajo, ‘Pequeño Animal’ para luego regalarnos una tierna ‘La Llave del Sol’, dedicada a los padres de David Mascaró que hacían 50 años de casados. Y es que la noche dio para mucho más que buena música. Las anécdotas se sucedían y Pirri, que cuenta casi ya como mascota de la banda, subió para ayudar a una voluntaria en ‘Irresistible’, hit entre hits, para marcarse un baile cuanto menos divertido.

El colofón llegó con ‘Traspasa mi Piel’, que acabó por romper las cuerdas vocales de más de un asistente. Aunque os aseguro que ninguno puso queja alguna, y es que a día de hoy, disfrutar el show de esta gente es casi un regalo. No es sólo un buen concierto de unos músicos talentosos, es una velada en familia envuelta de risas y anécdotas. Todo el mundo debería ir a verlos a la menor ocasión.

Dry River son:
Carlos Álvarez: Guitarra, Teclados, Voces y Programación
Ángel Belinchón: Voz
Martí Bellmunt: Teclados, Guitarra, Saxo y Voces
Pedro Corral: Batería
David Mascaró: Bajo y Voces
Matías Orero: Guitarra y Voces
En MADRID que no me los pierdo, buena crónica
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