El punto de inflexión en la carrera de Opeth se produjo con el álbum de 2011, Heritage. A partir de él, el sonido de la banda es mucho más progresivo, y los frecuentes guturales han sido reemplazados por vocales «limpias».
La críticas por este cambio de rumbo han sido favorecedoras, pero también negativas por parte de los seguidores de la primera y oscura etapa de los suecos.
Mikael Akerfeldt comenta en The Metal Review: «Han necesitado bastante tiempo para entender que ellos no son quienes toman las decisiones, y quizás no saben lo que es mejor para la banda.
A nivel estrictamente comercial, si quisiéramos evitar confrontaciones, haríamos música que los oyentes quieren oír. Grabaciones como Blackwater Park y Ghost Reveries se crearon con ese propósito.
No consideramos a la banda como una máquina de hacer dinero. No somos hombres de negocios, tenemos un interés puro en la música.
No quiero asustar a la gente, pero hay muchos estilos que me gustan, y que aún no hemos incluído.»
Akerfeldt cita el ejemplo de una conversación con un fan que objetó por la voz «limpia» en un álbum de Opeth: «Un chaval borracho vino y me dijo algo así como: ¿Pero qué estás haciendo? Tienes talento, la mejor voz para esto, ¿y estás haciendo esta mierda?.
Yo respondí: «Simplemente sentí que no podía seguir escribiendo buenas obras en ese mismo estilo, por ahora, y no podría publicar algo que no me pareciera interesante».