Hace varios meses que Pink Floyd lo anunció: publicarían un nuevo trabajo tras veinte años de silencio, basado en tomas descartadas de The Division Bell. Su finalidad no es otra que rememorar a Richard Wright, quien falleció en 2008 a causa de un cáncer. De nuevo revive en estas grabaciones y en nuestra memoria, desprendiendo emotividad y paz absolutas. El resto es historia, así que sin más preámbulos pasaremos a desgranar el ansiado disco.
The Endless River encierra mucho más significado de lo que puede observarse inicialmente. Primero, fijémonos en el artwork: un hombre rema hacia el atardecer. Recordemos al poeta Jorge Manrique: “Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar”. Independientemente de si Pink Floyd se ha basado en esta metáfora, ahí está la idea.
La portada nos muestra el río infinito, que nunca acaba. El hombre que rema podría ser Richard Wright, que por mucho que reme nunca terminará su recorrido, ya que el río podría simbolizar la vida, y Wright nunca se irá del todo mientras perdure en la memoria.
Esto mismo se desprende al escuchar el disco; apenas se puede constatar la transición de una canción a otra; las piezas fluyen con total armonía, como si fueran el caudal que dirige a Wright hacia la eternidad.
Por ello podría parecer un disco monótono a priori. No obstante, hay que tener en cuenta lo que son: son temas que se descartaron durante las grabaciones de The Division Bell. Y a pesar de eso, su calidad es óptima.
¿Alguien esperaba otra cosa? No es como The Dark Side Of The Moon, Wish You Were Here o Animals. Pero el sello Pink Floyd está ahí. Tras 20 años de silencio, una de las mejores bandas de rock progresivo, o sinfónico, o como lo queramos tildar, nos vuelve a regalar más temas, para que nunca les descuidemos.
Éste parece que será su último trabajo, aunque nunca digamos nunca, igual que así se postuló Nick Mason hace unos días. Además tengamos en cuenta que se partieron de más de veinte horas de grabación para seleccionar los dieciocho temas más los bonus tracks que constituyen este trabajo. Así que sigue habiendo material inédito. Pero, ¿realmente puede terminar Pink Floyd? No, seguimos y seguiremos escuchándoles; son otra especie de río infinito.
The Endless River es un álbum correcto, perfecto y sin fallos. Ahora bien, es tan correcto que es incapaz de desviarse, de despegar. El hecho de que sea perfecto es el principal problema, las canciones, salvo excepciones, no alcanzan un clímax, sino que parece que navegan sin rumbo definido, y esto vuelve a hacer alusión al título del disco: no alcanzan ningún punto en concreto, al igual que el río nunca termina.
El objetivo principal es construir la atmósfera característica de Pink Floyd. Y es por ello que hay que reconocer que es un tributo inmejorable, un perfecto recordatorio de una pluscuamperfecta banda con un magnífico teclista.
No obstante, de eso se trata; es un tributo y no se le puede pedir más, no esperemos, a estas alturas, encontrar el cénit de su carrera, porque ese momento ya pasó. Sin embargo, esos detalles pinkfloydianos, esos solos de Wright y volver a escuchar a Gilmour son un presente delicioso, que por momentos requiere una pequeña dosis de paciencia para poder apreciarlo correctamente.
‘Things Left Unsaid’ da inicio al disco y parece una intro de cuatro minutos, en el que los británicos se entrenan con un ejercicio ambiental. Atención porque cambia imperceptiblemente a ‘It’s What We Do’, y las claras referencias a ‘Shine On You Crazy Diamond’ puede hacer que nos desorientemos en el tiempo y rememoremos aquel Wish You Were Here y ese mítico “Remember when you were young…”, referente a otra etapa importante que marcó profundamente a la historia de la banda.
‘Ebb and Flow’ continúa en un oasis ambiental que desemboca en ‘Sum’, una pieza más dinámica con efectos de teclado in crescendo hasta que todos los instrumentos confluyen y dan paso a unos solos impecables.
Y como si no tuviera nada que ver con ellos, la obra discurre hacia el recuerdo de ‘Echoes’. No estamos en Meedle, pero el paralelismo es claro en ‘Skins’. Aunque a diferencia de ese tema setentero, el actual emprende rápidamente con el trabajo de Nick Mason marcando el ritmo. El teclado enmudece paulatinamente hasta que llega ‘Unsung’, donde retoma su labor con una cadencia taciturna.
‘Anisina’ tiene una leve similitud con ‘Us and Them’, y también recurre al saxo, como hiciera en The Dark Side Of The Moon o The Division Bell, interpretado por Dick Parry. ‘The Lost Art of Conversation’ continúa con pinceladas épicas hasta su desembocadura en ‘On Noodle Street’, en la línea setentera. ‘Night Light’ nos hace viajar hacia un espacio de amplitud incalculable.
‘Allons-Y(I)’ cambia de tercio con un ritmo ágil. Y atención, ‘Autumn ‘68’ es una pieza remarcable con un sonido eclesiástico gracias al órgano en el Royal Albert Hall. ‘Allons-Y (II)’ da paso a ‘Talkin’ Hawkin’’, llamada así por la participación de Stephen Hawking, que de una forma sosegada y madura finaliza con un solo Gilmouriano en fade out.
‘Calling’ dibuja un ambiente frío en la primera parte, con toques electrónicos por doquier. Mas luego evoluciona hacia un sonido esperanzador, con un solo de Wright que recuerda a un claro en medio de la oscuridad, una especie de aurora musical. ‘Eyes to Pearls’ se mantiene en ese estilo, con una perfecta continuidad que no termina de despegar. ‘Surfacing’ nos lleva de nuevo a la superficie con una serie de notas agudas y desniveles sonoros.
‘Louder Than Words’ es el único tema del disco con Gilmour cantando. Quizá esta canción desentona un poco con las diecisiete anteriores.
En definitiva, es un álbum bastante correcto y notable que merece la atención adecuada. Por supuesto Pink Floyd no puede crear nada que desmerezca su título o que manche su nombre. Sin embargo, nos deja con un sabor agridulce; no es una obra desdeñable, pero es doloroso que este grupo legendario se despida con un susurro, con canciones desorientadas y sin objetivo, que dan palos de ciego.
Calificaciones (sobre 10):
Diseño de la portada: 10
Producción del sonido: 10
Duración de los temas: 6
Originalidad: 5
Complejidad de los temas: 5
Media: 7
Tracklist:
SIDE 1:
01 “Things Left Unsaid”
02 “It’s What We Do”
03 “Ebb And Flow”
SIDE 2″
04 “Sum”
05 “Skins”
06 “Unsung”
07 “Anisina”
SIDE 3
08 “The Lost Art Of Conversation”
09 “On Noodle Street”
10 “Night Light”
11 “Allons-y (1)”
12 “Autumn ’68″
13 “Allons-y (2)”
14 “Talkin’ Hawkin’”
SIDE 4
15 “Calling”
16 “Eyes To Pearls”
17 “Surfacing”
18 “Louder Than Words”
Pink Floyd son:
Richard Wright
David Gilmour
Nick Mason